Por Bruno Contreras
La llama posee un cuello largo y delgado y un pelaje grueso que varía del beige oscuro hasta el blanco, aunque el patrón más común es marrón rojizo con manchas blancas o amarillas. El rostro es estrecho con orejas redondas y un labio superior hendido. Tiene 32 dientes, de los cuales sobresalen sus incisivos inferiores. Sus patas están provistas de 2 dedos con almohadilla gruesa en las plantas.
Distribución y hábitat
•La llama no es un animal que pueda encontrarse en la naturaleza dada su condición de especie domesticada. Su área de distribución natural corresponde a las montañas andinas de América del Sur pero hoy en día también se les encuentra en Norteamérica, Europa y Australia.
•Pertenece al hábitat de las tierras altas de los Andes y del Altiplano de Perú, en medio de climas templados y a altitudes de aproximadamente 4,000 metros sobre el nivel del mar.
Alimentación
•La alimentación herbívora de la llama se compone mayoritariamente de líquenes, arbustos y casi cualquier tipo de vegetación que encuentre en las montañas. El agua es obtenida casi siempre de los vegetales que consume. Cuando la bebe, es capaz de tragar de 2 a 3 litros en una sentada. La digestión consta de un proceso más largo que en los mamíferos debido a que se trata de un rumiante. Por ende, tiene que regurgitar su comida y pasarla por sus 3 estómagos.
Reproducción
•La llama macho alcanza la madurez sexual a los 3 años de edad, mientras que la hembra comienza a aparearse cuando cumple su primer año de vida. Gracias a su poligamia, el macho dominante forma un harén de alrededor de 6 hembras en un área determinada; no permite que otros machos se metan a su territorio.
Amenazas
•Afortunadamente carece de mayores amenazas que pongan la vida de las poblaciones en un serio peligro. El número total de llamas en la actualidad se calcula en 3 millones y el 70 por ciento se encuentra en Sudamérica. La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza aún no evalúa su situación.
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