Había una vez un niño llamado Mario que le gustaba andar a caballo. Salía a las carreras, a los rodeos, y se venía de noche. Una noche, que iba en su caballo blanco, vio un caballo negro que andaba solo. Entonces Mario se bajó, pilló el caballo negro, lo montó y como era chúcaro se cayó arriba de un pastizal. Se perdió y no hallaba la salida, hasta que su caballo blanco lo encontró a él. Ahí se montó y se fue y nunca más volvió a salir de noche.